Las fotocopiadoras, y la xerografía detrás de ellas, han cambiado para siempre la forma en la que duplicamos textos y documentos. Ahora, si nos trasladamos al mundo de la impresión 3D, la única manera de crear el equivalente a una fotocopiadora sería integrando un escáner 3D a la impresora. Así es como nos cruzamos con la Blacksmith Genesis, una impresora 3D equipada con un escáner láser que digitaliza e imprime toda clase de objetos.
Ingresar al mundo de la impresión 3D puede convertirse en un objetivo frustrante por dos motivos. El primero no es otro más que el precio. Si bien existen alternativas «económicas», el promedio sigue siendo demasiado alto para la mayoría de los bolsillos. El segundo motivo es la creación del modelo 3D a imprimir. Compañías como Autodesk están haciendo todo lo posible para simplificar el uso del software, y también hay portales al estilo de Thingiverse con miles de modelos open source listos para imprimir, sin embargo, la mayoría espera que la impresión 3D sea tan sencilla y dinámica como la impresión convencional. En lo personal tengo que reproducir varias piezas de las cuales ya no encuentro repuestos, y la simple idea de crear una versión digital de las mismas me resulta perturbadora. En este punto es cuando preguntamos: «¿Dónde está la magia del escáner 3D?» Los hemos visto funcionar antes, y son en verdad dispositivos excelentes que merecen un lugar de privilegio en nuestros escritorios.
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