miércoles, 20 de noviembre de 2013

DE CÓMO PERDÍ LA FE EN LA HUMANIDAD

Sucedió hace varios años. Conversando con un joven de la cuadra me contaba éste los últimos hechos acaecidos en mi barriada. Me decía que días antes un grupo de vecinos, cuatro jóvenes de edades comprendidas entre 12 y 17 años salieron una tarde de domingo ataviados con sus uniformes e implementos de béisbol, todos juntos esperando tomar algún taxi que los transportara. Ya en el taxi los 4 jóvenes, uno de ellos, según entiendo el que tenía 15 años, sacó una escopeta que le había robado al padre y le manifestó al taxista que eso era un atraco y que le entregara todo el dinero. Luego del típico forcejeo y discusiones el taxista reconoció a uno de ellos y les advirtió que no intentaran nada pues conocía a sus padres e incluso donde vivían. Discusiones y amenazas de ambas partes hasta que finalmente el joven de la escopeta sentenció: SI NOS CONOCES ENTONCES YA NO PUEDES QUEDAR VIVO, le dio un tiro de escopeta en la cabeza matándolo instantáneamente, luego de eso, en medio de la conmoción imagino, tiraron el cuerpo a la calle y se llevaron el auto. Naturalmente chocaron y dejaron el auto abandonado.

Todo esto me lo cuenta mi vecino pues al día siguiente este joven de 15 años contaba su hazaña mientras jugaba pelota en la cancha con sus amigos. Hasta acá pudiera pensar amigo lector que en ese momento perdí la fe a la humanidad, pero la verdad hasta ese momento me quedaba un poco de fe.

En pocas horas consiguieron el auto y el cadáver, trascendiendo la situación ya que el auto era propiedad de un oficial del CICPC. Las noticias volaron y en pocas horas ya habían dado con el paradero de todos los involucrados, tres de ellos alegaron que no sabían las intenciones de este cuarto amigo suyo y por lo tanto se presumían inocentes mientras el cuarto, autor del homicidio fue llevado por su padre al interior del país a vivir a casa de un familiar suyo alegando que si lo llevaban a un retén allí le iban a dañar a su querido hijo. Imagino que hubo mucho dinero de por medio pues no pasó nada más. Al ver la actitud de mi vecino fue cuando perdí la fe en la humanidad, aunque no pierdo la esperanza de recobrarla pronto.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

DESECHOS HUMANOS COMO COMBUSTIBLE DE ROBOT

Como una bofetada de realidad inesperada, el futuro nos muestra que está avanzando sobre nosotros y la robótica es uno de sus intereses recurrentes. Un nuevo dispositivo imita el funcionamiento del corazón humano para utilizar nuestros desechos humanos como combustible de robot. El proyecto es responsabilidad de un grupo de investigadores de Bristol y aquí dentro desenmarañamos lo extraño de esta idea.

La naturaleza propone ciclos de reciclado que son inherentes a la vida. Cuando un organismo muere, otros lo aprovechan. Incluso cuando no mueren, sus deshechos biológicos pueden ser reutilizados como alimento o material de refugio y construcción para otras especies. El papel de los deshechos humanos en plena era de la industria no tiene un fin determinado, aunque muchos países los tratan con bacterias y encimas para ser reconvertidos en compost o relleno para terrenos. ¿Pero qué tal si pudiéramos usar nuestros desechos para darle energía a robots? Sobre esto están trabajando en la Universidad de Bristol y en comunión con la de West England, donde el Laboratorio de Robótica ha probado los resultados de un combustible humano para robots y lo ha publicado en la revista Bioinspiración y Biométricas.

Estos dos equipos de trabajo han creado cuatro generaciones de EcoBots en los últimos 10 años, cada uno de los cuales es alimentado por la electricidad que generan las células de combustible microbianas que emplean microorganismos vivos para digerir la materia orgánica de residuos y generar energía de bajo nivel. Los estudios realizados recientemente y la experimentación que ya vienen teniendo estos robots han demostrado que debido a su eventual operación en zonas de alta peligrosidad para los humanos (por polución, radioactividad o contaminación bacteriana), se ha logrado alcanzar un punto en el desarrollo que le permite a los robots generar su propia energía utilizando frutas y vegetales podridos, moscas muertas, aguas servidas o estancadas, lodo y hasta residuos humanos, como lo es la orina.